5 básicos que necesito saber al acudir a terapia
Terapia cognitivo conductualLaura Marín Cuesta
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Desmontando mitos sobre la psicología.
Comenzar tratamiento psicológico requiere cierto ejercicio de CONFIANZA.
Supone contarle las cosas que más malestar te causan o te cuesta expresar a un/a profesional que inicialmente te es extraño/a pero que dispone de conocimientos y herramientas para ayudarte.
Sabemos que habitualmente solicitan terapia menos personas de las que lo necesitan o llegan a ella después de haber probado otras técnicas no provenientes de la psicología clínica. Quizás porque no se conoce aún bien cuál es el trabajo del psicólogo.
No ver las “herramientas” con las que trabajamos los psicólogos a diferencia de lo que ocurre con la de otros profesionales de la salud (pastillas, vendajes, escayolas) puede crear una imagen de “menor rigurosidad” o una sensación de falta de control.
De ahí que acudir a terapia a contar tus intimidades pueda generar miedo, rechazo si le añadimos algunas creencias erróneas que se pueden presentar como:
- "Voy a tocar fondo y no voy a poder soportarlo". Terapia es un espacio SEGURO donde se va al ritmo en el que estés cómoda.
- "Me voy a derrumbar y no voy a poder hacer mi día a día". Terapia consiste en adquirir ayuda y herramientas para hacer más fácil tu rutina.
- "Me va a comer la cabeza". "Me va a cambiar mi manera de ser". Los/as psicólogos/as no tenemos ese poder. De hecho, se trata de hacerte consciente de aquellas creencias que has aprendido y aplicas automáticamente para que tú las elijas.
- "Podría estar peor". "Hay gente con problemas mayores". Puede haber gente con problemas diferentes, pero eso no quiere decir que le tengas que quitar importancia a los tuyos.
Tu salud mental importa.
- "No voy a saber explicarme". "En realidad no sé lo qué me pasa". Esto es bastante habitual y está bien.
La terapeuta te ayudará a poner orden y esclarecer aquello que te ocurre.
Sin embargo, detrás de una buena asistencia psicológica, hay un trabajo científico sobre las enfermedades mentales y la eficacia de los tratamientos para cada perfil de paciente.
Por eso te animamos a que pongas atención a eso que te hace sufrir y pruebes para realizar una evaluación adecuada y asesorarte mejor.
Lo que te ocurre, lo que piensas, sientes y haces importa y suma en tu salud psíquica y/o física. No lo menosprecies.
Nos gustaría recordarte algunas cosas acerca del tratamiento psicológico:
1. Ir a terapia no debería ser un proceso pasivo, sino más bien activo.
Para que las conclusiones que has sacado o descubierto de ti en sesión las traslades a tu vida diaria y de verdad generes/apliques unos cambios que se mantengan a largo plazo. El/la profesional te proporciona un apoyo temporal que va disminuyendo a medida que vas adquiriendo las habilidades necesarias.
2. No hay un tiempo estándar o establecido de antemano.
La duración de la terapia variará en función de tus características personales y del grado de implicación en el tratamiento (asistencia y cumplimiento). Podemos asimilarlo como una recuperación muscular que será más temprana o tardía en función de la rehabilitación que haga la persona y su herencia familiar.
3. Es una decisión personal y voluntaria.
Tiene que partir del autoconocimiento (o de la carencia del mismo). No hay un momento óptimo como tal para solicitar ayuda psicológica. Al igual que con otras especialidades médicas, uno/a debería pedirlo cuando tiene una sensación subjetiva, ya sea:
- Malestar intenso y duradero (semanas o meses con un cambio en el humor).
- No tener recursos suficientes para gestionar una situación.
- Estancamiento repitiendo las mismas conductas una y otra a vez a pesar de que quiera dejar de hacerlas.
4. El profesional también debería ser puesto a prueba.
Con esto queremos decir que para que la terapia realmente funcione, debes sentir que aunque le contaras la mayor locura que se te ocurra, no te va a juzgar. De esta forma, te sentirás libre para expresar tus miedos e inseguridades, que es precisamente lo que está manteniendo tus conductas y el foco de trabajo. Aunque seas tú el paciente, puedes preguntar lo que quieras como por ejemplo aquellas cosas que no entiendas o el objetivo de realizar ciertas tareas.
5. Se acuerdan unos objetivos a conseguir.
Además, se evalúa cada cierto tiempo la eficacia del tratamiento. La psicología sigue un método científico: establece unas hipótesis (unas posibles explicaciones de a qué se deben tus síntomas) y las pone a prueba mediante técnicas observando los resultados que éstas producen. Así sabemos si lo que hacemos está funcionando porque se está produciendo una mejoría o si deberíamos derivar a otro profesional por ejemplo.
Créeme, estos puntos son importantes porque afectan a la eficacia del tratamiento. A veces, puedes avanzar menos de lo que te gustaría o quizás sales de sesión con un caos de emociones que aunque resulte desagradable en ese momento, te va a ayudar.
Es importante que puedas sentirte cómodo/a con tu terapeuta y darte un tiempo de trabajo compartido para no resignarte y concluir “que no tienes solución”.
Laura Marín Cuesta
Psicóloga general sanitaria y neuropsicóloga, experta en terapia cognitivo conductual.