Ansiedad, esa experiencia que no nos gusta nada
AnsiedadLaura Marín Cuesta
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Cuando hablamos de ansiedad, generalmente nos vienen a la cabeza sensaciones desagradables. Quizás opresión en el pecho, dolor de estómago, sudoración, tartamudeo…
Sin embargo, también estamos ansiosos cuando vamos a quedar con alguien que llevábamos sin ver mucho tiempo, cuando juega nuestro equipo, o nos vamos a ir de vacaciones después de haber estado mucho tiempo trabajando.En cambio, en estas situaciones que valoramos de forma positiva, esas sensaciones pasan desapercibidas porque no prestamos atención ni realizamos ninguna interpretación negativa. Además, no interpretamos estas señales fisiológicas como una amenaza o indicativo de que algo en nuestro cuerpo no funciona bien sino que en estas ocasiones las asumimos como normales, fruto de una situación que es importante para nosotros. Nos dejamos acompañar por estas sensaciones, y no luchamos por anularlas o nos cuestionamos si deberíamos continuar lo que estábamos haciendo.
Nuestra interpretación juega un papel muy importante a la hora de modular esa emoción que sentimos.
Te propongo varias estrategias para empezar a entender cómo funciona la ansiedad:
- Anota qué sensaciones experimenta tu cuerpo cuando está ansioso/a y en qué situaciones se presenta. Ya has visto que son muy personales, y te permitirá detectar picos.
- Aprende a identificar la curva (sin caer en la hiperatención a tu cuerpo): trata de conceptualizar las emociones como sensaciones que se presentan en un gradiente, y así nuestro objetivo será reducirlo a unos niveles que nos permita funcionar en vez de combatirlo. Puede ayudarte visualizar un termómetro de 0 a 10. Si empezamos a ser conscientes de que cuando nuestro cuerpo alcanza un 7, podremos poner en marcha habilidades (como la respiración y la relajación) que lo reduzcan a la mitad. Esto nos permite retomar el control sobre nuestra conducta y continuar con lo que estábamos haciendo.
- Distráete realizando una tarea que requiera cierto grado de concentración (por ejemplo alguna manual, una conversación con alguien de confianza).
- Atención cuando es una sensación agradable para reinterpretarla como una sensación que no tiene por qué ser dañina.
- Realiza actividades que te ayuden a mantenerte en un grado de activación que sea cómodo para ti: ejercicio físico (de mayor o menor intensidad mínimo 3 horas antes de irse a dormir), evita el consumo de estimulantes (café, té,...) encuentros sociales, rutinas de alimentación e higiene del sueño adecuadas.
Avanzaremos más... No obstante, para aprender a gestionarla debemos aprender a identificarla y reconocerla en nuestro cuerpo.
P.S: el contenido de este blog es
Laura Marín Cuesta
Psicóloga general sanitaria y neuropsicóloga, experta en terapia cognitivo conductual.